Limpiar nuestro depósito de agua debe ser una norma en la que debemos ser constantes y precisos ya que la higiene y la salud van unidas a que presente un estado impecable. El agua es un líquido indispensable para el género humano y es habitual que para tenerla a nuestra disposición necesitemos una infraestructura que permita distribuirla y hacerla llegar hasta nuestros hogares. Ni que decir tiene que el tanque que la contenga debe tener siempre un cierre hermético que impida que cualquier animal pueda colarse en él y perjudicar su higiene. El agua debe mantenerse potable y salubre y cualquier elemento o sustancia extrañas pueden distorsionar su color, su sabor, y lo que es más grave, su pureza.
El mantenimiento de un tanque de agua general suele ser responsabilidad de las empresas que están a cargo de la distribución de la misma, pero si el usuario cuenta con uno a nivel particular debe ser éste el que se ocupe de su limpieza y buen estado. Y no solo se trata de realizar una limpieza cuando se detecte un problema, sino que el tratamiento preventivo será indispensable para evitar problemas de salud.
Detección de problemas y mantenimiento
Podemos detectar síntomas de que algo va mal si percibimos manchas de humedad, goteo, corrosión en partes metálicas, o incluso ruidos extraños en las cañerías. Esta señal de alarma debe ser suficiente para que un especialista realice una revisión del sistema, incluso con el cambio de piezas que se hayan podido desgastar. No solo evitaremos insalubridades sino la aparición de problemas de más envergadura que nos supongan un costo innecesario.
Uno de los aspectos que debemos revisar es la presión con la que llega el agua a nuestro hogar.
De ello dependerá que ésta llegue con un volumen adecuado a las plantas altas y dependencias alejadas del tanque. Cuando la presión es baja puede ocurrir que el depósito no se encuentre a la altura necesaria ya que es la gravedad quien aporta la presión adecuada. Un tanque elevado necesita una limpieza periódica que evite que en él proliferen bacterias y patógenos que deterioren la calidad del agua, ya que esto puede poner en riesgo nuestra salud. La tapa debe ser revisada periódicamente para comprobar su comportamiento estanco, evitando que insectos o aves puedan caer dentro. Es imprescindible detectar el buen funcionamiento de flotadores, llaves de paso y tuberías, evitando filtraciones que puedan derivar en insalubridad o en un mal funcionamiento del sistema.
Para limpiar el tanque cerraremos la llave de paso de entrada de agua y lo vaciaremos hasta dejar unos 15 cms. de líquido elemento. Las paredes se limpian con un cepillo para después proceder a un enjuague del tanque en varias ocasiones. Tras este paso, lo llenaremos hasta la mitad y vaciaremos en él 1 litro de hipoclorito de sodio por cada 1000 litros de agua. Dejaremos reposar y volveremos a vaciarlo, llenarlo y enjuagarlo, lo que nos dejará un tanque limpio y listo para su uso seguro.